Atención, mis palabras serán duras. Serán duras porque soy un enamorado del motor, un entusiasta del Jarama. A mi mi padre nunca me llevó al fútbol, en cambio, disfruté con el Alfa Romeo de Villamil en el campeonato de Turismos, he ido tropecientas veces a ver los GP del Camión, donde este año eché mucho en falta a un gran madrileño; Adrián Campos. Vi la última carrera en el Jarama de 500 centímetros cúbicos, la época de los motores normales, de los big bang, de pilotos que...